El Congreso de los infinitos secretos | Noticias Diario de Ávila

2022-08-21 22:00:13 By : Ms. Tianhong Laser

Con las fauces entreabiertas, dos leones realizados en mármol, Daoíz y Velarde, custodian su guarida: el Palacio del Congreso de los Diputados de Madrid, inaugurado en 1850 por la reina Isabel II. Desde su origen hasta la actualidad, el complejo parlamentario ha ido creciendo hasta albergar siete edificios que ocupan 88.691,45 metros cuadrados y que encierra decenas de secretos y curiosidades que no dejan indiferente a nadie. Algunos de estos misterios ocultos aguardan una puerta falsa, un subsuelo conectado, túneles, relojes, pinturas, ascensores, una caja fuerte, espejos... El Hemiciclo, realmente el corazón del lugar, es el que menos secretos guarda, siendo una de las salas más fotografiadas y filmadas por los medios. Ni siquiera sorprende ya la marca de los casi 40 disparos que se hicieron durante el 23-F alojados en su techo. Hay balazos por todos los sitios. Y es que la historia del Congreso se remonta a 1843 cuando un 10 de octubre, coincidiendo con la mayoría de edad de la reina Isabel II, se puso la primera piedra sobre el solar que ocupaba el convento del Espíritu Santo, lugar donde precisamente juró como gobernante su madre, la reina María Cristina, cuarta mujer de Fernando VII. 

Un reloj de dimensiones descomunales, obra de la prestigiosa firma británica French Royal Exchange, marcaba los tiempos a los primeros parlamentarios. Se situaba encima de la puerta derecha de acceso al Hemiciclo, donde actualmente se encuentra una de las tribunas de invitados, ya que en 1970 el Congreso de los Diputados se amplió para albergar a más procuradores.

Con un estilo muy recargado, hecho de madera y recubierto con laca blanca y con un péndulo en latón dorado, el reloj sonaba a las horas y a las medias y fue sustituido por la precisión de los relojes eléctricos.

Actualmente, se encuentra en la Sala de la Reina del Congreso. Su esfera muestra una enumeración romana en esmalte negro y el número cuatro romano aparece con cuatro barras (IIII), ya que si la aguja del minutero tapara la barra que estuviera delante del IV, se podría pensar que son las cinco de la tarde, en vez de las cuatro. 

Los primeros reyes de la selva que custodiaron las puertas del Congreso están en Valencia y los hizo el escultor José Bellver. Eran de yeso y mucho más pequeños. Anteriormente, se habían puesto faroles de la época y posteriormente se encargaron unos leones similares a los italianos de los Médici. Los actuales, Daoíz y Velarde, fueron realizados por Ponciano Ponzano con el bronce de los cañones de la batalla de Wad-Ras en la Guerra de África y protegen desde 1860 la puerta de entrada a las Cortes. La curiosidad es que uno de los animales no tiene testículos, ya que en realidad es leona: ambas esculturas son una reproducción de Hipómenes (héroe) y Atalanta (heroína) de la mitología griega, que tiran del carro de la fuente madrileña de la diosa Cibeles.

EFE/Fernando Villar El Hemiciclo cuenta con el mejor ejemplo de una bóveda encamonada, que no deja de ser una falsa cúpula porque está hecha con intradós de ladrillo enlucido de yeso decorado, suspendido por un armazón con vigas de madera de pino. Hasta 2013, esta coraza de madera estaba oculta y fue en ese año cuando se reforma toda la cubierta del Congreso de los Diputados para cambiar el emplomado y se decidió abrirlo para dar luz natural al Hemiciclo, que originariamente estaba iluminado por una gran lámpara, que hoy en día luce la catedral de Badajoz.

Una curiosidad es que sobre el abanico de la bóveda se instaló una máquina con un molinillo en el que se ponía hielo y que tenía la función de refrigerar la instalación.

Para los trabajos de restauración se emplearon materiales como el ladrillo manual de tejar, mortero mixto de cemento y cal, silicato de etilo y pátina mineral, entre otros.

Se trata de uno de los primeros ascensores que funcionaron en Madrid, tras inaugurarse el primer elevador en 1877, en una vivienda de la calle Alcalá. Su instalación tiene relación con un acuerdo de la Cámara de 1872 que señala que el Congreso además de tener una función legislativa tenía que ser un auténtico escaparate de la industria del país. Con la intención de elevar a las plantas superiores a las autoridades y personalidades que acudieran al Congreso de los Diputados se inauguró la novedosa tecnología y en su uso ordinario únicamente lo empleaban los presidentes de la Cámara.

De estilo totalmente señorial y elaborado en maderas nobles, cuenta con un pequeño asiento, que habrá sido utilizado por las regentes de la época y que estuvo en uso hasta comienzos de los años 80. El último mandatario del Congreso que lo utilizó fue Torcuato Fernández-Miranda.

Otro de los secretos mejor guardados del Congreso es la puerta camuflada que se esconde en el vestíbulo de la Reina Isabel II y que da acceso a los sótanos de la Cámara a través de una escalera de caracol. Estos peldaños comunicaban originariamente con dos túneles, que se dirigían, uno hacia el Ateneo y otro hacia la Puerta del Sol. Actualmente, no están en uso, pero en el siglo XIX sí se utilizaban y entre sus funciones estaba la de poder escapar de las inmediaciones del Congreso en caso de peligro. Luego pasó a tener funciones de almacén, ya que en el vestíbulo estuvo el bar del Congreso y, aunque actualmente los túneles están tapados, la puerta sigue siendo original. Además, también recibe una mención especial el osario que se encontró en 2005 con ocasión de unas obras de acondicionamiento. Y es que en la cripta del antiguo convento del Espíritu Santo, donde se asienta el Congreso, no era infrecuente enterrar a las religiosas. 

Son muchas las teorías que defienden que existen varias conexiones subterráneas del Palacio de las Cortes con el resto de edificios ilustres de la capital. El Congreso atraviesa la Carrera de San Jerónimo a través de un pasadizo subterráneo que comunica los inmuebles de ampliaciones I y II con los edificios de III y IV, antiguos edificios que albergaban el Banco Exterior de España y el Banco Industrial. Actualmente, en el túnel se expone el depósito del Museo del Prado de la serie de reyes godos que mandó pintar Isabel II, aunque la colección se sigue incrementando. La última incorporación fue la pintura de Alfonso X el Sabio, que fue trasladada del Ayuntamiento de Jaén al Congreso el pasado mes de julio. Junto al ascensor de María Cristina se encuentra una pared de espejos que sorprendentemente se abre cuando uno se acerca a menos de un metro y a través de ahí se descubre otro pasadizo que baja al sótano. 

Cuando el Estado adquirió el Banco Exterior de España, que albergaba el Exterior y el Industrial, que se situaba frente al Palacio del Congreso en la Carrera de San Jerónimo, se decidió conservar la estructura del edificio y si bien se puede ver el vestíbulo del banco donde estaban los cajeros, también se mantuvo una de sus cajas fuertes acorazadas. Ese búnker decidió dejarlo porque tiene unos muros de acero y de hormigón de un metro de ancho y la obra para retirarlo era demasiado costosa. Actualmente, hace labores de almacén, pero si hiciera falta podría ser un armero de la Comisaría Especial de Policía, que está dentro del Congreso.  

 Entre leyenda y realidad se habla de que el blindaje que protege a la Constitución de Cádiz era esta caja. Además, La Pepa y los originales de sus seis hermanas -1837, 1845, 1869, 1876, 1931 y 1978- duermen el sueño de la Historia en algún lugar del palacio. 

En el mismo edificio del antiguo Banco Exterior de España se encuentra la Sala Sert del Congreso, también denominada coloquialmente como la sala roja. Una estancia que ha visto pactos de Gobierno y en la que se encuentra la segunda mesa más larga de la Cámara Baja, después de la de la Sala de Mariana Pineda.  

La Sala Sert destaca por la serie de sanguinas pintadas en 1920 por José María Sert, titulada Alegoría de las Ciudades Españolas, que hizo por encargo del nieto del Marqués de Salamanca para decorar su palacete de la Castellana. 

De alguna manera las pinturas pasaron a ser propiedad del Banco Exterior de España para decorar la Sala de Consejos. Sert era un gran amante del circo y por eso la escenografía de las pinturas parecen telas como en las carpas de los espectáculos circenses. Un espacio muy amplio para congregar a 23 representantes de los partidos.

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